Presentación: Jícaras Tristes Antología Poética Alfredo Espino.
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CANTEMOS LO NUESTRO
[Poema – Texto Completo]
¡Qué encanto el de la vida, silos natales vientos
en sus ligeras alas traen ecos perdidos
de músicas de arroyos y música de nidos,
como mansos preludios de blandos instrumentos!
¡Qué encanto el de la vida, si al amor del bohío,
y entre un intenso aroma de lirios y albahacas,
miramos los corrales donde mugen las vacas
y oímos las estrofas del murmurante río!..
El terruño es la fuente de las inspiraciones:
¡A qué buscar la dicha por suelos extranjeros,
si tenemos diciembres cuajados de luceros,
si tenemos octubres preñados de ilusiones!
No del Pagano Monte la musa inspiradora
desciende a las estancias de pálidos poetas:
en nuestra musa autóctona que habita en las glorietas
de púrpura y de nácar, donde muere la aurora.
Es nuestra indiana musa que, desde su cabaña,
desciende coronada de plumas de quetzales
a inspirarnos sencillos y tiernos madrigales,
olorosos a selva y a flores de montaña.
Vamos, pues, a soñar bajo tibios aleros
de naranjos en flor.., cabe los manantiales:
octubre nos regala sus rosas y vesperales;
diciembre las miríadas de todos sus luceros.
Alfredo Espino.
ASCENSION
[Poema – Texto Completo]
¡Dos alas!… ¡Quién tuviera dos alas para el vuelo!…
Esta tarde, en la cumbre, casi las he tenido.
¡Desde aquí veo el mar, tan azul, tan dormido,
que si no hiera un mar, bien sería otro cielo!…
Cumbres, divinas cumbres, excelsos miradores…
¡Qué pequeños los hombres! No llegan los rumores
de allá abajo, del cieno; ni el grito horripilante
con que aúlla el deseo, ni el clamor desbordante
de las malas pasiones… Lo rastrero no sube:
esta cumbre es el reino del pájaro y la nube…
Aquí he visto una cosa muy más dulce y extraña,
como es la de haber visto llorando una montaña…
el agua brota lenta, y en su remanso brilla
la luz; un ternerito viene, y luego se arrodilla
al borde del estanque, y al doblar la testuz,
por beber agua limpia, bebe agua y bebe luz …
Y luego se oye un ruido por lomas y floresta,
como si una tormenta rodara por la cuesta:
animales que vienen con una fiebre extraña
a beberse las lágrimas que llora la montaña.
Va llegando la noche. Ya no se mira el mar.
Y qué asco y qué tristeza comenzar a bajar…
(¡Quién tuviera dos alas, dos alas para un vuelo!
Esta tarde, en la cumbre, casi las he tenido,
con el loco deseo de haberlas extendido
sobre aquel mar dormido que parecía un cielo!)
Un río entre verdores se pierde a mis espaldas,
como un hilo de plata que enhebrara esmeraldas…
Alfredo Espino.
VIENTOS DE OCTUBRE
[Poema – Texto Completo]
(A la luz del fogón)
¡Quizás ya no venga! ¿No s’hia dado cuenta
de que están soplando los vientos de octubre
y que el barrilete vuela, y ya no cubre
como antes al cerro, nube de tormenta?
Hoy s’iajusta el año y él me dijo: “Anita,
entre algunos días regreso por vos”;
pero no lo quiso quizá tata Dios
¿Verdá, madrecita?
Cuando veyo el rancho de paja, el ranchito
q’él estaba haciendo pegado a la güerta,
y veyo tan sola y cerrada la puerta
y yeno de montes aquel caminito,
siento que me muerde, aquí dentro, un dolor,
y que l’alegría también se me ha ido,
y me siento agora, lo mesmo que un nido
que no tiene pájaros, ni tiene calor…
Naide me lo ha dicho, pero es la verdá.
En la madrugada tuve un mal agüero:
se estaba apagando, mamita, el lucero
detrás de aquel cerro que se mira allá,
y asina s’iapaga también lo que quiero…
No tengo ni ganas de mirar p’ajuera.
¿Qué l’hiace que vengan, que vengan los vientos
si a mis sufrimientos
nada güeno traen de lo que quisiera?
Ciérreme la puerta. Siento que me cubre
un frío las manos, Dios sabe qué tienen…
¿Qué no s’hia fijado lo tristes que vienen
agora los vientos,
los vientos de otubre?
Alfredo Espino.
ESTA ERA UN ALA
[Poema – Texto Completo]
Siempre remuneraba mi visita
con el oro de un cuento encantador;
la candidez vivía en la ancianita
como el agua del cielo en una flor…
Adoraba los niños y lo azul;
siempre andaba vestida de candor,
y olía a albahaca y alcanfor
la ropa que guardaba en el baúl…
Qué tempraneras ella y las palomas:
a causa de que el patio se cubría
de flores, casi siempre amanecía
bajo los árboles, barriendo aromas…
Y en la noche, a la luz del lampadario,
rezaba con tan honda devoción,
que la luna asomándose al balcón,
la hallaba con el alma en el breviario.
Una noche de tantas… ¡ay! mi amiga
ya no volvió a asomarse al corredor.
“Está mala”, dijeron: “un dolor,
un cansancio, un silencio, una fatiga”…
Llegó el doctor, se puso a recetar
murmurando en voz baja: “está muy mala”…
Y supe el cuento triste: esta era un ala,
cansada de volar…
¿Y se fue? Como todo; cuatro cirios
llenaban el cuadrito de tristeza.
¡Cómo se confundía con los lirios
aquel santo blancor de su cabeza!
Alfredo Espino.
BALSA DE FLORES
[Poema – Texto Completo]
Aquel caserío tenía un modo
de ser, especial:
el aire más fresco, más limpio, y todo,
¡todo era un paisaje pintado en cristal!
Por lo suave y dulce, por lo plañidera,
la voz de las aves casi era un suspiro…
Y era azul la sierra, la sierra lejana, cual si uno la viera
Detrás de un zafiro…
Para la tristeza de aquellos senderos
tenían las flores perfumadas frases;
y en los tamarindos, con los clarineros,
gemían zenzontles, lloraban torcaces…
Los ranchos de tejas por el sol doradas,
agrestes surgían entre el rumoroso verdor de las cañas,
y los limoneros dábanle sus sombras aterciopeladas
al balcón abierto frente a las montañas.
Y tú eras la esquiva, morena poblana;
y yo era el viajero lleno de ilusión;
y cuando asomabas ¡qué linda se hacía la alegre mañana
como si brotaran rosas del balcón!…
Y balsa de flores fueron tus amores,
morena, poblana, miel de los cañales…
Y mi amor fue el agua que lloró raudales
para que flotara la balsa de flores…
Alfredo Espino.
UN RANCHO Y UN LUCERO
[Poema – Texto Completo]
Un día —primero Dios!—
has de quererme un poquito.
Yo levantaré el ranchito
en que vivamos los dos.
¿Qué más pedir? Con tu amor,
mi rancho, un árbol, un perro,
y enfrente el cielo y el cerro
y el cafetalito en flor…
Y entre aroma de saúcos,
un zenzontle que cantara
y una poza que copiara
pajaritos y bejucos.
Lo que los pobres queremos,
lo que los pobres amamos,
eso que tanto adoramos
porque es lo que no tenemos…
Con sólo eso, vida mía;
con sólo eso:
con mi verso, con tu beso,
lo demás nos sobraría…
Porque no hay nada mejor
que un monte, un rancho, un lucero,
cuando se tiene un “te quiero”
y huele a sendas en flor…
Alfredo Espino.
EL NIDO
[Poema – Texto Completo]
Es porque un pajarito de la montaña ha hecho,
en el hueco de un árbol, su nido matinal,
que el árbol amanece con música en el pecho,
como que si tuviera corazón musical.
Si el dulce pajarito por entre el hueco asoma,
para beber rocío, para beber aroma,
el árbol de la sierra me da la sensación
de que se le ha salido, cantando, el corazón.
Alfredo Espino.
LOS OJOS DE LOS BUEYES
[Poema – Texto Completo]
¡Los he visto tan tristes, que me cuesta pensar
cómo siendo tan tristes, nunca puedan llorar!…
Y siempre son así: ya sea que la tarde
los bese con sus besos de suaves arreboles,
o que la noche clara los mire con sus soles,
o que la fronda alegre con su sombra los guarde…
Ya ascendiendo la cuesta que lleva al caserío,
entre glaucas hileras de cafetos en flor…
o mirando las aguas de algún murmurador
arroyuelo que corre bajo un bosque sombrío…
¿Qué tendrán esos ojos que siempre están soñando
y siempre están abiertos?…
¡Siempre húmedos y vagos y sombríos e inciertos,
cual si siempre estuviesen en silencio implorando!
Una vez, en la senda de una gruta florida
yo vi un buey solitario que miraba los suelos
con insistencia larga, como si en sus anhelos
fuera buscando, ansioso, la libertad perdida…
Y otra vez bajo un árbol y junto a la carreta
cargada de manojos, y más tarde en la hondura
de una limpia quebrada, y en la inmensa llanura,
y a la luz de un ocaso de púrpura y violeta…
¡Siempre tristes y vagos los ojos de esos reyes
que ahora son esclavos! Yo no puedo pensar
cómo, siendo tan tristes, nunca puedan llorar
los ojos de los bueyes…
Alfredo Espino.
HUERTOS NATIVOS
[Poema – Texto Completo]
Bajo toldos de rubios naranjales
serpentea el camino polvoriento
todo lleno de aromas y de viento,
lleno de músicas primaverales.
A las primeras luces matinales
pasa el ganado con su paso lento…
y va el gañán detrás, sucio y mugriento
cabalgando en su potro a los corrales.
Junto a la vieja puerta la ubre ordeña
y la leche, aromada, y espumante,
burbujea en la jarra rebosante.
Y el sol, a su caricia lugareña
enciende el naranjal, fresco y sonoro
cual si puñadas le arrojase, de oro…
De entre el verde follaje, la cabaña
destaca el techo rústico, pajizo.
A un lado está el bambú de áureo carrizo
crujiendo entre el verdor de la maraña.
Mece a lo lejos la flexible caña
su alto penacho, por el viento rizo
y al ondular, su cálamo macizo
alza el rumor de una canción extraña.
Entre belleza tanta no hay, empero,
una que al alma inspire más dulzura
que aquella lejanía de esmeralda,
recamada de virgen espesura…
surge de ahí una loma y en su falda
ondea su abanico un cocotero…
Alfredo Espino.
LA TARDE EN EL PUEBLO
[Poema – Texto Completo]
Esta tarde de enero no tiene la pureza
de aquella tarde muerta que ya echaste al olvido;
sobre la misma hierba, cansada, se ha tendido,
y enferma de recuerdos, la hermanita tristeza…
Sin embargo es la misma transparente belleza…
El viejo campanario, y el paredón florido,
y el amate a la vera de la senda erigido
con los brazos abiertos a la humilde pobreza.
De las casas hincadas bajo de la arboleda,
la tarde está agitando sus pañuelos de seda,
y la vida en el pueblo pisa alfombras de calma.
…Y yo no quiero nada: me dejo de ser mío,
porque sobre el camino —largo como un hastío—
persiguiendo tu sombra se va toda mi alma…
Alfredo Espino.
LOS OJOS DE LA CRIOLLA
[Poema – Texto Completo]
Unas veces es clara, y otras veces trigueña
cual la tierra quemada por el fuego del sol…
La criolla que en los labios lleva un tenue arrebol
y en los ojos oscuros lleva un alma que sueña…
Cuando lloran las cuerdas de una triste guitarra,
se le tiñen los ojos de un color de ilusión
y del cálido pecho se le va el corazón,
cuando lloran las cuerdas de una triste guitarra…
En las pálidas horas de las noches de luna,
bajo el toldo discreto del amate sombrío,
le reflejan los ojos cual las ondas de un río
en las pálidas horas de las noches de luna…
Cuando va los domingos a la iglesia cercana,
con sus ojos oscuros de color de aceituna,
los piropos la siguen y el amor la importuna,
cuando va los domingos a la iglesia cercana…
Cuando lloran las cuerdas de una dulce guitarra,
en las pálidas horas de las noches de luna,
se entristecen sus ojos de color de aceituna,
cuando lloran las cuerdas de una dulce guitarra.
Alfredo Espino.
AIRES POBLANOS
[Poema – Texto Completo]
Yo no sé qué gracias sugestionadoras tienen estos pueblos de casitas blancas, llenos de arboledas, llenos de barrancas y muchachas frescas y madrugadoras.
Quietos pueblecitos, donde la campana de la vieja iglesia canta de alegría cuando tras las cumbres de la serranía, llena de rubores ríe la mañana…
Yo no sé qué gracias llenas de candores tienen estos pueblos plácidos y quietos donde las abuelas duermen a sus nietos dentro las hamacas de los corredores…
Dulces pueblecitos donde las cigarras cantan en los claros días abrileños, mientras a la lumbre de amorosos leños, ritman sus tonadas trémulas guitarras.
Plácidos rincones donde la existencia corre mansamente, como un agua pura; donde hasta los vientos, plenos de frescura, llevan en sus alas notas de inocencia…
Yo no sé qué encantos sugestionadores tienen estos pueblos, blandos como un nido donde el dulce olvido, donde el dulce olvido, pone un manto rosa sobre los dolores…
Alfredo Espino.
LUNA EN EL RANCHO
[Poema – Texto Completo]
Vagar, soñando versos, en silentes caminos,
con la dorada lluvia del sol sobre tu frente;
y en un tronco sentados, mirarme largamente
en las dormidas aguas de tus ojos hialinos…
“Y qué linda”, dijeran al verte, campesinos
de esos que con sus vacas van buscando una fuente,
y yo: “Sus ojos miran, miran más dulcemente
que dos estrellas blancas en cielos vespertinos”.
Y tú te sonreirías sin vanidad ninguna;
después en nuestro rancho se entraría la luna
y ladraría al vernos, el perro blanco y fiel…
Como el café maduro fuera tu boca, mía,
y en el rancho con luna, mi boca bebería
en la flor de tus labios, un “te quiero” de miel.
Alfredo Espino.
ARBOL DE FUEGO
[Poema – Texto Completo]
Son tan vivos los rubores
de tus flores, raro amigo,
que yo a tus flores les digo:
“Corazones hechos flores”.
Y a pensar a veces llego:
Si este árbol labios se hiciera…
¡ah, cuánto beso naciera
de tantos labios de fuego…!
Amigo: qué lindos trajes
te ha regalado el Señor;
te prefirió con su amor
vistiendo de celajes…
Qué bueno el cielo contigo,
árbol de la tierra mía…
Con el alma te bendigo,
porque me das tu poesía…
Bajo un jardín de celajes,
al verte estuve creyendo
que ya el sol se estaba hundiendo
adentro de tus ramajes.
Alfredo Espino.
A UN VOLCAN DE MI TIERRUCA
[Poema – Texto Completo]
Sobre tu cumbre miro iluminados los últimos rubores del poniente, como si hicieras repentinamente una erupción de pétalos rosados…
Eres jarrón azul que tienes por tapete la llanura en que reposas; la mano del Señor te ha dado rosas en las que en vez de aromas hay fulgor…
Siempre vives fingiendo a mis delirios, mientras pasan las horas silenciosas, si hay celajes, un búcaro de rosas, y si hay estrellas, un jarrón de lirios…
Mas, cuando el fuego de tu entraña expeles, y deshojas lumínicos botones, y saltan de tu boca a borbotones, cien ríos de fantásticos claveles, entonces finge tu belleza suma, no un jarrón sosteniendo una corola, sino una trágica e inmensa ola que se corona de sangrienta espuma…
Pero así no me alegras, porque me asalta la visión umbría de tu lava que campos vestiría con un vasto jardín de flores negras…
Así te quiero: la paz, con infinitas estrellas sobre ti, dando a mi mente la ilusión de que has hecho de repente, una blanca erupción de margaritas…
Alfredo Espino.
ACUARELA SALVAJE
[Poema – Texto Completo]
Es el toro. Tan negro, que causa la impresión
de una bella escultura cincelada en carbón.
Sobre el repecho yergue su indómita arrogancia,
mientras todo un boscaje le rinde su fragancia…
Se oye una algarabía de urracas y de loros
en la tarde (princesa que se desmaya entre oros).
Entre policromías y entre bellezas tantas,
todo el bosque es murmullos, todo el bosque es
gargantas…
En los bejucos saltan pájaros de áureas colas,
y la charca se amansa, dormida, entre corolas.
Sobre la flor que aroma, sueña la flor que vuela:
tal es la mariposa que está sobre la umbela.
El del repecho mueve de pronto su figura:
SUs ojos son relámpagos en una noche oscura…
¿Algo espera? ¡Algo espera! Lo dice su mirada
que en lo negro fulgura como una llamarada…
Ruido como de un trote se oye lejano, sordo…
De los guayabos vuelan dos palomas y un tordo…
Vuélvese el del repecho. Sobre el negro testuz,
pone un fulgor sangriento la moribunda luz.
Por fin, entre malezas tupidas y apretadas,
despuntan cuatro cuernos, que es decir cuatro espadas…
Avanza una pareja:
es un toro con manchas y una vaca bermeja…
El del repecho embiste con ímpetu salvaje.
Un gran fragor de cuernos emociona el paraje…
Cornadas por cornadas, bramidos por bramidos…
Todo el bosque es silencio. Todo el bosque es oídos…
No ceden hasta que uno dóblase en el repecho…
¡Un gran clavel sangriento le condecora el pecho!
El negro toro yergue su victoriosa testa,
y resoplando baja la pedregosa cuesta.
Entre un claro de cielo del boscaje sonoro,
la “chiltota” atraviesa como un vislumbre de oro…
Un eco de canciones en el silencio vaga…
Un arrebol lejano sobre el charco se apaga…
Alfredo Espino.
MAÑANITAS EN LOS CERROS
[Poema – Texto Completo]
Es el mes de las lluvias, y por este
motivo, la tierra viste un traje
de tupido verdor, y entre el ramaje
se ve un poquito menos lo celeste.
La casuca de campo está más blanca
bajo la blanca lumbre mañanera.
Ha crujido un bambú. La enredadera
está besando cielo en la barranca.
“Besando cielo”, dije, y no he mentido,
porque en toda hondonada silenciosa,
un poco de agua azul no es otra cosa
que un cielito entre flores escondido…
Se hace frescura el viento campesino
en el sendero angosto
¡Cómo se ve que Agosto
acaba de pasar por el camino!
Hemos andado mucho, y todavía
no se acaba el sendero;
¡pero gracias al último aguacero
ha amanecido tan amable el día!
De la paz de los ranchos unos perros
me salen a mirar…
Se me recoge el alma al penetrar
al silencio oloroso de los cerros.
¡Olor, olor a monte, a valle, a loma!
¡Cuánta canción de amor me trae el viento!
¡Ya en mi oído no cabe tanto acento!
¡Ya no cabe en mi pecho tanto aroma!
Alfredo Espino.
LA CASITA BLANCA
[Poema – Texto Completo]
Si cuando la luna la empieza a besar
es una paloma queriendo volar
la casita aquella, tan pobre, tan blanca,
que como un gran lirio nimba la barranca…
Y no hay en el valle blancura ninguna
como esa blancura bañada de luna…
En la madrugada de albo terciopelo,
el que va subiendo, camino del cielo
parece que fuera subiendo…
Porque está muy alta la casita aquella:
tan alta, tan alta… que al salir la huella
de la mañanita, cualquiera diría
que tras la casita va saliendo el día…
Yo estuve allá arriba: me llevó el anhelo
de hallarme mas cerca.., más cerca del cielo…
Alfredo Espino.
LA ESTRELLA EN EL RIO…
[Poema – Texto Completo]
Hora quieta. Ya torna a la salvaje
quietud del nido, el pájaro furtivo;
y allá por el ocaso de oro vivo,
la barca de la luz emprende el viaje…
¡Qué dorada penumbra en el paisaje!
y qué triste el mirar del buey esquivo…
Y qué lindo lo azul que está cautivo
entre el marco de rosas del celaje…
¡Qué regalada sencillez de vida!
Cómo se siente el alma recogida
a la caricia de la tarde que arde…
¡Y cuál se alumbra el pensamiento mío,
cuando en el lecho de cristal del río
miro temblar la estrella de la tarde!
Alfredo Espino.
CAÑAL EN FLOR
[Poema – Texto Completo]
Eran mares los cañales
que yo contemplaba un día
(mi barca de fantasía
bogaba sobre esos mares).
El cañal no se enguirnalda
como los mares, de espumas;
sus flores más bien son plumas
sobre espadas de esmeralda…
Los vientos -niños perversos-
bajan desde las montañas,
y se oyen entre las cañas
como deshojando versos…
Mientras el hombre es infiel,
tan buenos son los cañales,
porque teniendo puñales,
se dejan robar la miel…
Y qué triste la molienda
aunque vuela por la hacienda
de la alegría el tropel,
porque destrozan entrañas
los trapiches y las cañas…
¡Vierten lagrimas de miel!
Alfredo Espino.
SERENATA
[Poema – Texto Completo]
Una hilera de casas con la luna se baña;
la otra hilera de casas se esconde en la penumbra…
El farol esquinero con su oro vago alumbra
a un gatito que salta detrás de una alimaña…
El silencio es profundo; la niebla tenue empaña
lejanías de cerros. La torre se columbra
con su frágil vidriera que en la noche relumbra;
un halo vagaroso luce cada montaña…
Viola el recogimiento de la noche callada
el susurro de un vuelo por sobre la barriada
que una indecisa lumbre de tenue plata nimba…
De los montes lejanos vuelan dulces rumores;
y el canto de los gallos de los alrededores,
va alternando con hondas quejumbres de marimba…
Alfredo Espino.
LA CRUZ DE MAYO
[Poema – Texto Completo]
Las azules campánulas que visten la pradera;
todos los frutos rubios, todos los tiernos cantos,
para adornar con ellos estos brazos tan santos,
estos brazos tan santos de la cruz de madera…
Y allí, bajo el amor de alguna enredadera,
cabe un árbol que tienda sus enflorados mantos
y un amate en que tiemblen —corno gotas de llantos—
lágrimas del rocío que en la noche cayera…
Allí hubiera una cruz; enfrente los caminos
donde pasan carretas, entre flautas de trinos,
bajo la pedrería de esos soles de mayo…
Para que así la cruz recibiera homenajes
de pájaros y ríos; de vientos y ramajes,
y que el sol la besara con el beso de un rayo…
Alfredo Espino.
LAS MANOS DE MI MADRE
[Poema – Texto Completo]
Manos las de mi madre, tan acariciadoras,
tan de seda, tan de ella, blancas y bienhechoras.
¡Solo ellas son las santas, solo ellas son las que aman,
las que todo prodigan y nada me reclaman!
¡Las que por aliviarme de dudas y querellas,
me sacan las espinas y se las clavan en ellas!
Para el ardor ingrato de recónditas penas,
no hay como la frescura de esas dos azucenas.
¡Ellas cuando la vida deja mis flores mustias
son dos milagros blancos apaciguando angustias!
Y cuando del destino me acosan las maldades,
son dos alas de paz sobre mis tempestades.
Ellas son las celestes; las milagrosas, ellas,
porque hacen que en mi sombra me florezcan estrellas.
Para el dolor, caricias; para el pesar, unción;
¡Son las únicas manos que tienen corazón!
(Rosal de rosas blancas de tersuras eternas:
aprended de blancuras en las manos maternas).
Yo que llevo en el alma las dudas escondidas,
cuando tengo las alas de la ilusión caídas,
¡Las manos maternales aquí en mi pecho son
como dos alas quietas sobre mi corazón!
¡Las manos de mi madre saben borrar tristezas!
¡Las manos de mi madre perfuman con terneza!
Alfredo Espino.
EL DULCE ANHELO
[Poema – Texto Completo]
Aquellos tiempos eran corno de un cuento rosa…
En los dorados patios, la “Flor de San Andrés”
llenaba de oro el suave silencio del hogar,
y las estrellas claras temblaban en la pila…
Entonces yo creía que el mundo era un gran patio
todo lleno de flores y pílas con luceros;
miraba las montañas, y las creía enormes
espaldas, sosteniendo la cúpula del cielo…
Una vez, a la Virgen Dolorosa, que estaba
en la penumbra quieta del tibio dormitorio,
le encendí una candela… Yo quería el milagro
de que me aparecieran monedas en mi cofre.
(Y aquella Virgen pálida me causaba una angustia
al mirarle los ojos mojados de amargura…
Pero yo le rogaba, le pedía perdón,
cuando por travesura mataba un pajarito…)
Después… el dulce encanto, se fue.., se fue…
(borrando.
Se fue borrando el tiempo que parecía un cuento…
La vida no era un patio con pilas y con flores
y ya no le pedía milagros a la Virgen…
Y al tener los quince años, cuando leí “María”
recuerdo que me puso muchos días enfermo,
y más de alguna lágrima se me saltó a los ojos;
tenía el ansia triste de ser como Efraín.
Estos recuerdos entran por mi ventana abierta,
(Oh, mis patios callados llenos de pajaritos
y la ventana humilde cuyo marco encerraba
un pedazo de cielo, que a los ojos fingía
un gran pañuelo azul…)
Alfredo Espino.
CON EL ALMA DESCALZA
[Poema – Texto Completo]
¡La angustia despiadada
de presentir que todo ha sido en vano!…
(Yo deshojé rosales con mi mano,
por tal que su planta bienhadada
no se hiriera en la piedra…)
Yo me he quitado el alma y la he tendido
sobre un muro de olvido,
corno un manto de hiedra…
Déjame que me enferme…
Por no turbar la calma, junto a ella
lo que sería sol, será una estrella…
Por no turbar su calma,
arroparé mi anhelo entre mi alma,
y él, será como un niño que se duerme…
Seré corno una queja
que va descalza sobre alguna alfombra…
Seré como una sombra que se aleja
por seguir otra sombra…
Ella tendrá alegría entre su boca…
Ella será una lira…
Y yo una suave mano que la toca,
y un viento que suspira…
¡Torre de flores que en mis parques se alza!
¡Corazón que entre rosas se ha dormido!
¡Con tal de no hacer ruido,
sobre las piedras mi alma irá descalza!
Alfredo Espino.
DESDE LEJOS
[Poema – Texto Completo]
¡Oh, el íntimo alborozo de los pueriles cuentos
que la buena abuelita de la cabeza cana
y de la amena charla, contaba en la ventana,
mientras se oía el fuerte susurrar de los vientos!
¡Oh, los cuentos de brujas, que hacían los
momentos
de aquella primavera brumosa, tan lejana,
los más bellos minutos que hay en la hora humana,
los únicos instantes que hay de amargura exentos!
¡Aurora de la vida, que de un color de rosas
revestía el contorno de las humanas cosas,
con la tinta celeste de mágicos pinceles!
¡Oh, aurora! Desde lejos te miro. ¡Qué distantes
aquellos inefables, dulcísimos instantes
llenos sólo de aromas y músicas y mieles!
Alfredo Espino.
VIAJE ROMANTICO
[Poema – Texto Completo]
Los dos bajo la lumbre del día caluriento.
Qué alegre compañía la tuya y la del sol…
Y tan cerquita vamos uno de otro, que siento
la tentación fragante de tu suave arrebol…
Tú me miras; yo sueño que estoy viviendo un cuento…
y mi sueño interrumpe la voz del caracol;
y al horadar las sedas impalpables del viento,
las chiltotas que pasan son flechas tornasol…
Y nosotros seguimos… la vida está sonriente.
Mas luego, entre verdores, columbramos el puente,
y los naranjos rubios, y el palomar de tabla…
Y al cogerte las manos, quisiera que quisieras
que el puente no acabara, para que así supieras
lo que mi mano dice cuando en silencio te habla.
Alfredo Espino.
UN ANGELITO
[Poema – Texto Completo]
La ventana está abierta; una rosada
claridad ruboriza los espejos;
y de afuera, de lejos,
entre el suave rumor de la alborada.
Surgen las cosas como un sueño incierto.
¡Cuál se despierta el campo esta mañana:
habla desde la torre la campana,
y responde cantando todo el huerto!
El angelito está que no se mueve;
y sus cabellos finos y dorados
sobre la almohada fingen, despeinados,
haces de sol iluminando nieve.
Es todo un angelito el dormilón:
las dos alas, muy hondo las encierra
¡todos los angelitos de la tierra
tienen las alas en el corazón!
Allá donde el lejano monte arranca,
pone su florescencia la llanura;
y en el cielo de límpida tersura
tienden las garzas su guirnalda blanca…
Alfredo Espino.
INVIERNO
[Poema – Texto Completo]
¡Bosques en flor! ¡Senderos perfumados!
¡Mañanitas opacas de tristeza!
¡Ríos claros de vida y de pureza!
¡Verde colina! ¡Exúberos collados!
¡Invierno, pasa con tus rosas vanas!
Mira que entre las fiestas que celebras,
las cosas peinan sus marchitas hebras
como si fueran prematuras canas…
La leve nube sobre el monte enreda
su cabellera blanca, blanca, blanca…
Invierno: si tu hielo nos arranca
todas las rosas, ¿qué rosal nos queda?
Invierno: ¡me desalas con tu llanto!
Invierno: ¿Por qué lloras? ¿Por qué lloras?
¡Pasa ya, vuela ya! mas gratas horas
harán que torne la alegría en tanto…
Alfredo Espino.
DESPUES DE LA LLUVIA
[Poema – Texto Completo]
Por las floridas barrancas
Pasó anoche el aguacero
Y amaneció el limonero
Llorando estrellitas blancas.
Andan perdidos cencerros
Entre frescos yerbazales,
Y pasan las invernales
Neblinas, borrando cerros.
Alfredo Espino.
LA MAÑANITA
[Poema – Texto Completo]
Entra en mi ventana
la luz de la aurora.
¡Qué linda está ahora
la rubia mañana!
Todo lo que abarco,
montes, lejanía,
lo encierra en su marco
la ventana mía.
Camino del río
van las bañadoras
¡Qué lindas auroras
tiene mi bohío!
Entra con el rayo
de la luz temprana,
toda la galana
música de mayo;
¡música sin leyes,
celestiales trinos,
cánticos divinos
con mugir de bueyes!
Y con las inciertas
charlas de las brisas,
¡suena entre las huertas
cascabel de risas!
(Y entra en mi ventana
la luz de la aurora.
¡Qué linda está ahora
la rubia mañana…)
Pues tu luz evita
mis melancolías,
ten muy buenos días,
rubia mañanita…
Alfredo Espino.
CUANDO PASAS…
[Poema – Texto Completo]
¡Ya vienes! Ya tinta, agonizante,
como entre el cierzo pajarillo enfermo,
allá en su muda soledad de yermo,
¡mi corazón amante!
¡Ya vienes! ¡Tengo miedo! ¡Tengo frío!
Me mata tu glacial indiferencia.
Sin embargo, lo grita mi conciencia:
¡Te quiero, aunque me mate tu desvío!
¡Si no quiero creer en tus enojos!
¡Háblame, con la flauta de tu acento!
¡Que me arrulle tu voz —rumor de viento!—
¡Que me alumbre la lumbre de tus ojos!
Si pasas, tú te quedas, sin embargo,
flotando entre la sombra de mi pena.
Siempre hará tu memoria —blanca y buena—
¡más dulce este calvario tan amargo!
Ya sin mi fe, que marchitarse veo,
me has de encontrar entre el mundano ruido,
frío, como la nieve del olvido!,
¡mudo, como las aguas del Leteo!
Alfredo Espino.
DE ENTONCES
[Poema – Texto Completo]
Fue en la risueña granja que surge entre las lomas,
cuando en la tarde oro, bajo la paz del cielo,
descorrieron mis ojos de su alma el tenue velo
y aspiré sus palabras, como se aspira aromas…
Abajo, entre los bosques de sauces y de pomas,
musitaban las aves su agreste ritornelo
y a la lumbre de Vésper —que era un jazmín de hielo—
sus ternezas decían las candidas palomas …
Todo hablaba de amores y campesinos gozos
Todo, en aquella tarde, fue músicas y calma,
que ni del aura leve se oían los sollozos…
Mas ¡ay!…, que entre el miraje de venturas ignotas,
de mi pasión el ave, con sus dos alas rotas,
callaba sus anhelos, en la prisión del alma…
Como perla entre rosas, era entre bellas, bella:
era el alma de un lino sobre un cáliz de espuma,
era un ala eucarística temblando entre la bruma,
era flor de los cielos, una pálida estrella
Recuerdo que una tarde, cuando cayó la calma
sobre el campo cubierto de honda melancolía,
sorprendí que en sus ojos raro fulgor había,
cual si encendiera en ellos sus luceros el alma…
Aquella misma tarde, entre mis frías manos
sentí el tibio capullo de sus manos de seda,
palpitar, como un ave que aprisionada queda…
Y cuando el sol moría tras la montaña opuesta,
yo leí, sin palabras, en sus ojos arcanos,
el divino poema de amorosa respuesta…
Alfredo Espino.
LA TÓRTOLA
[Poema – Texto Completo]
¡Cucú, cucú! ¿Estás gimiendo,
tórtola del arrozal?
¡Mirá que me estás haciendo
con tu cantar, mucho mal!
¡Cucú, cucú! El caserío
se va llenando de calma,
¡y un naranjo y una palma
se están besando en el río…!
Cantarito que te llenas
con el agua del riachuelo:
¡Qué bello es mirar el cielo
bajo las tardes serenas!
Lirio del campo, morena
que hueles a leche y rosas:
¡Cómo el alma es tan dichosa
cuando la vida es serena…!
Entre sonrosadas galas
la tarde se va durmiendo.
Tórtola que está gimiendo:
¡Si eres madrigal con alas!
Alfredo Espino.
LA CHILTOTA
[Poema – Texto Completo]
Siempre habrá un corazón para que escuche
el trémolo de amor que el pico exhala,
el pico agudo que goloso cala
de las naranjas el dorado estuche.
La perla del cantar, de entre el peluche
de la garganta mórbida resbala;
tiene vivo el mirar y ardiente el ala,
cuando la luz le tornasola el buche.
Emperatriz de los canoros rangos,
el escondido jugo de los mangos
le dio al azúcar para el ritornelo.
Y tal se ve cruzar, ebria de espacio,
buscando el árbol, su imperial palacio,
bajo la gloria matinal del cielo…
Alfredo Espino.
DICHOSOFUI
[Poema – Texto Completo]
Tu cántico en la calma del paisaje,
es un hondo suspiro que se aleja…
Una queja con alas… una queja,
que brota desde el alma del boscaje…
¡Oh, pájaro! tu música salvaje,
en la mañana azul, cabe la vieja
habitación de bahareque y teja,
me hizo oír tu ternísimo lenguaje…
Pájaro triste, ¿qué hondo desencanto
te arranca esas estrofas de terneza,
que son dulce expresión de tu quebranto?
Entre mi regional naturaleza,
no existe música que exprese tanto,
¡como la música de tu tristeza!
Alfredo Espino.
LOS PERICOS PASAN…
[Poema – Texto Completo]
La tarde despierta de su sueño cuando
la alígera nube despunta cantando…
Una nube de alas… una alegre nube
que baja, que sube…
Son ellos Se alejan entre llano y cielo
Son las esmeraldas de un collar en vuelo…
Bulliciosamente
trazan una verde curva en el ambiente.
¿Van a los palmares de ondeante abanico?
Ellos van a donde les apunta el pico…
Se alejan, se alejan pero van tan juntos,
que más bien parecen renglones de puntos…
Y en un llano caen, así como cuando…
como cuando un árbol se está deshojando…
Alfredo Espino.
LA MUCHACHITA PALIDA
[Poema – Texto Completo]
Aquella muchachita pálida que vivía
pidiendo una limosna, de mesón en mesón,
en un umbral la hallaron al despuntar el día,
con las manitas yertas y mudo el corazón.
Nadie sabe quién era ni de dónde venía.
Su risa era una mueca de la desilusión.
Y estaba el sello amargo de la melancolía
perpetuado en dos hondas ojeras de carbón.
En las carnes humanas dejó el hambre sus rastros…
La miraron las nubes, lo supieron los astros…
El cielo llovió estrellas en la paz del suburbio…
Nadie sabe quién era la muchachita pálida…
Entre tanto —en la noche, la noche triste y cálida—
arrastrando luceros sigue el arroyo turbio…
Alfredo Espino.
TARDE POBLANA
[Poema – Texto Completo]
Casucas apretadas como los finos dientes
que al abrirse las tusas las mazorcas enseñan.
Delante de las casas los naranjos se empeñan
en dar sombras y frutos a las sencillas gentes.
Las penumbras se adornan de joyas relucientes;
las campanas del ángelus del poblado se adueñan,
y en tanto que los mansos ojos de un buey ensueñan,
poco a poco se alegran de cántaros las fuentes…
En los pajizos ranchos tiembla un fulgor escaso;
y antes de que la vida se apague en el ocaso,
cuando el día se adorna de penúltimas galas,
por el atajo asoma la tardía carreta;
y asordan el ambiente, vago cristal violeta,
los gallos, que en las frondas aplauden con las alas…
Alfredo Espino.
LA FIESTA DEL BARRIO
[Poema – Texto Completo]
Chispean los tizones. En torno a los comales
alegres cuchichean las flamantes parejas,
y hay gritos infantiles, y hay regaños de viejas
y en las hojas cocidas hay humosos tamales.
Al soplo de las brisas ondulan sueltos chales
y esparcen los cabellos sus dóciles madejas
y los faroles rojos envían en las rejas
de los altos balcones, lumínicos raudales…
Las banderolas fingen bandadas de pañuelos,
y los pañuelos fingen bandadas de palomas,
y las chispas, que vuelan, fingen puntos y comas.
El agudo cohete rasga los infinitos
e intensamente alumbra noctívagos desvelos,
como rosas de fuego que reventara en gritos.
Alfredo Espino.
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